Pablo Galván Experiencias y Ambientaciones
Sinónimo de bodas de lujo debido a su habilidad para combinar detalles finos con glamour, sofisticación y estilo innovador.
Pablo Galván Experiencias & Ambientaciones es una agencia dedicada al diseño y producción de eventos sociales con sede en Querétaro. Pablo, su fundador, se inició en el rubro a los 16 años, organizando fiestas temáticas en círculos privados, cuyos invitados comenzaron eventualmente a solicitar sus servicios para sus propias fiestas. Su primera boda, en Guadalajara, lo perfiló como Wedding Planner. De ahí en adelante, ha distinguido su manera de trabajar con una profunda entrega hacia sus clientes, un cuidado amistoso y procurado de sus proveedores y una constante reafirmación de su compromiso hacia la excelencia y la confianza de todo aquél que llega a su camino.
¿Qué es lo más importante a la hora de diseñar un evento?
La coherencia del todo. No puedes armar un evento, sin tener en mente un concepto y un objetivo previamente definido hacia el cual orientar toda estrategia de logística y diseño. Si consideras a cierto proveedor y no encaminas el productohacia la misma dirección en la que van los demás involucrados, estás generando una ruptura; y son precisamente estas pequeñas rupturas, las que van debilitando el eje central sobre el que gira la experiencia integral de tu evento.
¿Por qué crees que es necesaria la figura de un Wedding Planner?
Sencillamente porque domina y conoce todo aquello que conlleva una boda. Incontables veces he sabido de conocidos que organizan su propia boda y veo cómo se vuelven locos al pasar por alto puntos que para mí ya son obvios. Y eso tan sólo en la planeación, porque cuando llega la ejecución es un verdadero caos para ellos. No disfrutas una boda sabiendo que tienes que estar cuidando cada mínimo detalle. Si ni siquiera yo, como Wedding Planner, delegando bastantes tareas a mi staff y proveedores, y siguiendo un programa a detalle de cuándo y cómo las cosas deben estar listas, NO quedo exento de experimentar ese rush de adrenalina antes de cada boda, ya me imagino la carga que los dos novios se llevan encima tratando de controlar todo. Simplemente no lo disfrutas igual. Por ello creo firmemente en la figura del Wedding Planner.
En mi caso particular, mi figura tiende a ser como la de un mediador entre clientes finales y proveedores: de los primeros tomo sus deseos y los materializo con el producto de los últimos. Cuido sus intereses monetarios y particulares del mismo modo que me aseguro que las cuotas, lineamientos y contratos de mis proveedores se respeten y se cumplan en tiempo y forma. La confianza, en ambos sentidos, es siempre mi mayor activo, porque es ésta la que permite crear cosas increíbles y relaciones fructíferas que perduran incluso al pasar la boda. He tenido clientes que fueron amigos primero y ahora, con mayor frecuencia, clientes que se vuelven amigos. Lo mismo con mis proveedores. Generamos una sinergia admirable en la que todos ponen de su parte para generar un resultado extraordinario. Al final del día, todos quedamos satisfechos. Pero esa satisfacción y ese flujo de trabajo no sería posible –o no sería igual de exitoso- si no se tiene una figura que haga embonar todas las partes que forman el concepto creativo y logístico de una boda. He ahí la importancia del Wedding Planner.
¿Es fácil saber qué quieren exactamente los novios?
Depende enteramente de los novios. Los he tenido desde los que ya saben exactamente qué y cómo lo quieren, como aquellos que no tienen noción alguna de lo que es una boda. Hoy en día encuentro en gran parte de mis clientes el fenómeno de Pinterest, donde casi toda novia desea inspirar su boda, pero termina por ser Pinterest vs el presupuesto. Pinterest es una excelente herramienta cuyo impacto es positivo cuando nos sirve de guía ilustrativa para entender la idea de su boda de ensueño. Pero impacta negativamente cuando el cliente, no teniendo conocimiento del costo de las cosas, por eso se debe definir un presupuesto. Es ahí donde empieza el juego de las concesiones: unas por otras.
Ya Sea lo que quieran los novios, me gusta tomarme el tiempo de conocerlos y encontrar aquello que cumpla con sus deseos y que respete sus posibilidades. Sobre prioridades uno va detectando a qué asignarle mayor peso y a qué restarle. Y cuando digo “restarle” no me refiero a que el producto final resulte mediocre, sino adecuado y personalizado a las posibilidades y gusto de mis clientes.
¿Con cuánto tiempo hay que empezar a preparar una boda?
Cuando hay confianza de por medio, el tiempo no es problema. La planeación de boda más larga que he hecho ha sido de un año, mientras que la menor ha sido de tres semanas. ¿Cómo fue posible esto? Simple y sencillamente por la confianza que el cliente depositó en mí. Tomadas ciertas precauciones y teniendo el apoyo de mis proveedores, el evento se armó en tres semanas y la boda fue un éxito.
Pero cuando no se tiene la confianza y el cliente retiene parte de la información y la toma de decisiones (llámese por inseguridad, inconformidad, etc.), el proceso se demora . Al detectar un cliente así, el tiempo sí importa y no siempre es un proyecto viable.
¿Cuál es el momento más importante en una boda?
Yo diría que hay dos momentos muy importantes en una boda, no sólo uno. El primero de ellos es el approach inicial entre Wedding Planner y el cliente, pues el modo en que uno hace click con éste y entiende lo que se desea conseguir, y percibe las reacciones del cliente ante los estímulos que se le presentan, se marca la pauta de cómo será todo el proceso hasta el día de la boda.
El segundo llega el día de la boda, justo en el momento en que los novios ven por primera vez el evento materializado en todo su esplendor. Es ahí cuando ven que el trabajo de todos esos meses de planeación –e inversión por supuesto- valió la pena. Es éste uno de los momentos que mayor satisfacción me da.
¿Cómo definirías una boda perfecta?
Una boda que tenga mente, corazón y alma.
Corazón cuando el amor de la pareja respalda el propósito de querer empezar el proceso de boda desde un principio y con el compromiso adecuado.
Alma cuando entre los asistentes de la boda logras percibir ese “algo” que te hace sentir que la celebración tiene como común denominador los buenos deseos, el cariño y respeto por parte de familiares y amigos hacia la pareja nupcial. Es curioso pero por mucha decoración que uno agregue en una boda, jamás va a reemplazar el sentimiento grupal que se respira cuando la pauta de la boda está marcada por un profundo y sincero cariño. De no tenerlo, la boda termina sintiéndose fría y, valga el término, sin alma.
Y mente cuando la boda es planeada y hecha para un cliente con base en sus gustos, necesidades y, muy importante, posibilidades. No es lo mismo saber que llegaste al día de tu boda con la sensación de pleno disfrute que estar pensando, meses después, cómo saldar la deuda de la boda. No es inteligente. Usar los recursos y encontrar las mejores inversiones para hacer un plan que se adapte al escenario personal, limitado u holgado, es uno de los mayores compromisos que adopto yo para con mis cliente a la hora de tomar su boda.
La boda perfecta no es para mí la fiesta perfecta. Más bien, es aquella cuyo proceso fluye positivamente; que se adapta sobre los cambios que hubiese sobre la marcha y mantiene la suficiente flexibilidad para aceptar aquello que está destinado a pasar. No por ello llamémosle conformismo, sino actuar con sabiduría para sacar de cualquier situación el mejor resultado.
¿Cuál ha sido tu mayor reto como Wedding Planner?
Cultivar la sensibilidad necesaria para trabajar con cada uno de mis clientes y proveedores. Una boda no es la suma de flores, comida, licores y música, por decir algunos; es la suma del esfuerzo de muchísimas personas y la aceptación y conformidad de los clientes. Mediar todas esas voluntades de por medio con gustos, conductas y personalidades distintas es un verdadero arte.
¿En te inspiras para tener ideas nuevas y diferentes para cada boda que organizas?
En la vida diaria. En series de televisión. En libros de novelas. En paisajes, viajes y lugares nuevos. En fotografías y experiencias pasadas. Pero más importante, en el cliente mismo.
Mi cliente determina el estilo de boda que quiere. Cuando hemos pasado los trámites de logística y formalidades iniciales, y nos tomamos el tiempo de conocernos, es cuando el estilo aflora. Yo tomo esas inclinaciones y esos gustos personales y los vuelco sobre el evento, materializándolos de la mano de mis proveedores.
¿Qué tendencias hay para el año que viene?
Yo no baso mi trabajo en tendencias. Mi trabajo está ligado a la esencia y personalidad de mi cliente. Sobre eso yo añado gusto y coherencia. Si ello empatase su boda con cierta tendencia actual, perfecto. Si no, no pasa absolutamente nada. Mis clientes están satisfechos cuando ponen un pie dentro de un evento que fue hecho para ellos –y que se siente como tal-, no un evento dictado por estándares de tendencia y protocolo, que no siempre van con la personalidad de la pareja.
A estilo personal, ¿Cómo sería tu boda perfecta?
Como Wedding Planner trabajándola, me mantengo firme: con mente, corazón y alma de por medio.El haber tenido la clientela que he tenido no sólo me ha hecho madurar y conocer muchísimas cosas sobre la naturaleza humana y familiar. El juego de concesiones ya no sólo de ellos para conmigo, sino entre la pareja a la hora de tomar decisiones, me ha hecho darme cuenta de que las mejores cosas surgen a partir de un consenso. Cuando no lo hay, puede sentirse impuesto, y es entonces cuando la magia flaquea. Por ello mismo prefiero esperar a esa persona y crear algo que represente fielmente a ambos.