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Murió Tomás Urtusástegui: ícono de la dramaturgia mexicana.

El más prolífico dramaturgo mexicano, el maestro Tomás Urtusástegui, desde agosto de 2019 venía librando una lucha contra el cáncer y ayer perdió la batalla a la edad de 87 años.

Sus hijos Oscar, Karol y Adrián Urtusástegui expresaron el siguiente mensaje: “Queremos sea recordado, al igual que lo haremos nosotros, como un hombre muy generoso, disciplinado, inteligente, entregado, respetuoso. Amante de la vida, la naturaleza, su familia, de los seres humanos y del teatro, su teatro que a lo largo de 37 años lo lleno de vida”.

Dada las circunstancias que vivimos hoy por el COVID-19 no se va a realizar un servicio de velación, posteriormente se le hará un homenaje como él se lo merece.

En la constelación de autores mexicanos sobresale Tomás Urtusástegui González, quien hoy por hoy es el dramaturgo mexicano más prolífico, además de haber sido crítico y director de teatro.

Tomás nació en la ciudad de México el 12 de marzo de 1933, en la Calle de Ámsterdam en la Colonia Hipódromo. Estudió Primaria en el Colegio Simón Bolívar, Secundaria en el Colegio México, Preparatoria en el Centro Universitario México (CUM).

Cursó la carrera de Médico Cirujano en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y formó parte del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de donde se jubiló en 1993.

Tras dejar la medicina, fue becario del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CONACULTA) desde 1994 y hasta el 2000, un periodo en el que tomó cursos de teatro y dramaturgia en Guatemala y Uruguay.

En México tomó varios talleres de dramaturgia, entre sus profesores se encontraron figuras como Vicente Leñero y Hugo Argüelles.

Editó al lado del escritor Felipe Galván, la “Colección de Teatro Iberoamericano”.

De acuerdo con el Diccionario de Escritores Mexicanos Siglo XX (U-Z) publicado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, el dramaturgo colaboró con críticas, crónicas, cuentos y teatros para varios periódicos como El Nacional, Unomásumo, El Día y Tribuna; así como para las revistas Repertorio, Escénica, Primera Llamada, Siempre, Plural y En Teatro, varias de estas publicaciones actualmente ya no existen.

Fue colaborador de la revista Visión Empresarial Querétaro y del periódico a.m. Querétaro.

Fue titular interno de la Sociedad de Escritores de México (SOGEM), en cuya escuela impartió varios talleres. También dio clases en el Instituto Politécnico Nacional, en el Centro Carlos Ancira y en Televisa. Impartió cursos de guion de teatro y radio en la Cámara de la Industria de Radio y Televisión entre el año 1998 y 2000.

Hijo del abogado Baldomero Urtusástegui quien llegó a ser Subprocurador de la República y Josefina González. Tuvo tres hermanos, Baldomero, Tomás y José, tres hijos: Oscar, Karol y Adrián y cinco nietos: René, Andrés, Diego, Daniela y Fernanda. Amante de la comida mexicana, y uno de sus mayores hobbies era viajar por el mundo y hacer crónicas de sus viajes.

Autor de más de 500 obras de teatro (de las cuales se han puesto en escena aproximadamente la mitad), un manual de dramaturgia, cientos de cuentos, guiones de cine, radio y televisión. También participó en el ramo de las telenovelas, fue autor del guion de Divorciadas con 160 capítulos.

Incursionó en todos los estilos y tocó todos los géneros. Lo mismo escribía un monólogo, una obra de teatro infantil o juvenil, una sátira, una obra seria, una pastorela, una tragedia, una tragicomedia, una comedia, una farsa, teatro cómico, de denuncia, un guion o un cuento. Siempre buscó algo novedoso.

Tan rico y abundante como su propio lenguaje es el acervo que deja a las nuevas generaciones en su obra plasmada con una incontable cantidad de ideas atractivas que lanzaba por minuto y sin pausa, tocando diversos temas como incomunicación, la violencia, la crisis de pareja, la vejez, la familia, la violación, el maltrato, la sexualidad, la problemática urbana, el manejo del poder y la pérdida de valores.

Las obras de Tomás subliman la vida, la cambian de color, de olor y de sonidos, juegan con el enfoque y el desenfoque, amalgaman el lirismo y la ironía, giran todo, lo barajan y lo rebautizan. Sus obras son puertas abiertas que nos invitan a evadirnos de la monótona cotidianeidad.

Fue catalogado como un escritor realista, aunque sus obras tienen un toque de sátira y humor negro, así como una crítica social.

Algunas de sus obras más conocidas y representadas son La Duda, Cupo Limitado, Huele a Gas, Apenas son las Cuatro, ¿Sabes voy a tener un hijo?, La Mujer del Candidato, Drácula Gay, Agua Clara, Y retiemble en sus centros la tierra, Yo solo sé que te vas y Vida Estamos en Paz.

Sus primeros guiones de teatro fueron dirigidos por directores de la talla de Enrique Pineda, Morris Savariego, Adriana Roel y Enrique Alonso, quien en 1988 llevó su obra La Nueva Arca de Noe en formato televisivo.

Sus obras han sido dirigidas por los mejores directores mexicanos y extranjeros.

Es uno de los dramaturgos más representados del mundo, sus obras han sido traducidas al inglés, al papiamento, al holandés y al francés y se han escenificado en Estados Unidos, México, Francia, España, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, San Salvador, Aruba, Perú, Paraguay, Japón y Holanda.

Fue cronista de teatro en una serie de publicaciones, editor de decenas de libros de teatro y también impartió diversos cursos de guion de teatro y radio.

Fue un destacado profesor de dramaturgia y director de la rama de Teatro de la SOGEM, Presidente de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, Miembro Activo de la Asociación Internacional del Teatro de Arte AITA-IATA y de Diteatral.

Solía decir: “El escritor no debe renunciar a ningún género debe tocar todos en su itinerario natural. A semejanza de la carrera lírico-vocal, donde se empieza por el repertorio ligero (Rossini), se sigue con el medio-pesado (Verdi), el pesado (Puccini) y se llega al super pesado (Wagner); pero siempre, a lo largo de toda la carrera vocal, está Mozart, que es la esencia de la música. Así, la carrera natural del escritor empieza por géneros fragmentarios, hasta alcanzar las arquitecturas más complejas del teatro y la novela”.

Reconocimientos, premios y distinciones.

A lo largo de su carrera ha recibió un gran número de distinciones, un sinnúmero de diplomas tanto en México como en el extranjero varios premios nacionales e internacionales y de varias Asociaciones de Periodistas Teatrales.

En Dallas,Texas, se le otorgaron las Llaves de la Ciudad.

En 1985 obtuvo el Premio de Teatro Histórico por el INBA.

En 1987 obtuvo el Premio Plural de Teatro por su obra Yo solo sé que te vas, Yo solo sé que te quedas.

En 1988 El Fabricante de Nubes lo hizo poseedor del Premio Nacional de Obra de Teatro para Niños.

En febrero de 1996 se llevó a cabo el “Festival de Teatro Mexicano Tomás Urtusástegui” en la ciudad de Utrecht, Holanda, en donde siete grupos representaron sus obras en holandés.

Realizó el CD de “Cien Años de Teatro Mexicano” en donde reunió 336 textos de 131 dramaturgos mexicanos.

En 1994 le hicieron una función homenaje en Matamoros Tamaulipas.

En 1996 se inauguró en Ciudad Netzahualcóyotl un teatro que lleva su nombre

En 1999 fue nombrado director de la rama de Teatro de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM).

En 1999 recibió el Premio Especial de la Asociación de Críticos de Teatro ACTM su gran trayectoria.

En Japón obtuvo un premio por su obra Cupo Limitado.

Gracias a su gran trayectoria se instituyó el premio “Tomás Urtusástegui” para el mejor texto independiente dentro del festival de pastorelas.

En el año 2000 fue nombrado Presidente de la Asociación Internacional de Críticos de Teatro de la UNESCO (AICT) y Presidente de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro (AMCT), también inauguraron el Foro Abierto Tomás Urtusástegui en la Delegación de Coyoacán y fue distinguido con la medalla “Mi Vida en el Teatro” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En 2005, recibió el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón, máxima distinción otorgada a un dramaturgo en México. La concesión del galardón se hizo por decisión unánime de Leonor Azcárate, Vicente Leñero e Ignacio Solares.

A lo largo de su carrera recibió varios reconocimientos por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Guerrerense de la Cultura, las Jornadas Alarconianas y el Gobierno del Estado de Guerrero.

Rn 2006 recibió el premio “Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral”, entregado por la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional del Derecho de Autor.

En 2008 fue galardonado con la Medalla Netzahualcóyotl y la Presea Caridad Bravo Adams, ambas otorgadas por la SOGEM.

Como es tradición en el teatro mexicano, cada vez que una obra alcanza cierto número de representaciones, por lo general 100, se devela una placa. Tomás tuvo el honor de que grandes personalidades del mundo del teatro, hayan develado sus placas, entre los que se encuentran Carmen Montejo, Jacqueline Andere, Christian Bach, Emma Teresa Armendáriz, Enrique Alonso, Ludwick Margules, Leticia Calderón, Humberto Zurita, Hugo Argüelles, Luis G. Basurto, Magda Guzmán, Víctor Hugo Rascón Banda, Silvia Pinal, Susana Alexander, Sergio Jiménez, Vicente Leñero, Xavier Rojas, Rafael Solana y Rafael Sánchez Navarro, entre muchos otros.

Varias puestas en escena de sus obras recibieron reconocimientos como fue el caso de “La duda”, “Cupo limitado”, “Sangre de mi sangre”, “Volver” y “Carretera del Norte”.

Entrevista realizada a Tomás Urtusástegui en 2006 para el periódico a.m. de Querétaro

¿Cómo se define Tomás Urtusástegui?

Hay muchas formas de definirse, según en el medio en donde uno se desarrolla, familiarmente soy muy distinto de como soy en el medio teatral, o en el medio de maestro o en el medio político de la SOGEM.

Los humanos tenemos distintas formas de ser y de actuar en donde uno es más útil.

Una de mis definiciones sería que me gusta servir a los demás, sin olvidar la parte personal.

Me gusta mucho viajar, leer, oír música. Soy muy responsable y trato siempre de entregar lo más que puedo.

Me siento muy mexicano, siempre defiendo la cultura mexicana, estoy muy inmerso en la cultura a nivel general y por otro lado me encanta estar con mi familia.

Como una persona a la que todo le interesa, que disfruta la vida, que siempre quiere aprender algo más, que ama al trabajo, que le gusta mucho relacionarse con los demás, que vive sorprendido por tener la facultad de escribir, de que sus obras se pongan en tantas partes y se lean, que siga vivo y activo a los 73 años.

Platícanos un poco de tu trayectoria.

Durante cincuenta años fui médico, padre de familia, miembro activo de la sociedad. A esa edad me entró la duda si tendría facilidad de hacer algo artístico ya que siempre he sido amante de la cultura en general y de las artes en particular. Probé con la música, pintura, cuento, literatura y terminé con teatro donde milagrosamente me di cuenta de que tenía facultad para escribirlo. A partir de ese momento he escrito sin descansar día tras días y por este motivo tengo tantas obras, 206 hasta el día de hoy. Por supuesto que entré a talleres de teatro con Hugo Argüelles y Vicente Leñero y he leído todo lo que he podido sobre la materia.

¿Cómo decides hacer un cambio tan radical de la medicina a la dramaturgia?

La medicina la seguí ejerciendo hasta el momento de mi jubilación, al teatro empecé poco a poco. Eso sí, pensé que las dos actividades no tenían nada en común y siempre traté de separarlas.

Ahora sé que están muy ligadas. En el teatro y en la medicina tomamos a los seres humanos en momentos de crisis, los desnudamos de cuerpo y alma y tratamos de solucionar su problemática.

¿Cómo fue tu acercamiento con el teatro?

Desde muy chico me gustaba el teatro, iba mucho. Me tocó vivir la época de María Teresa Montoya, las hermanas Blanche, Pepita Embil, las temporadas de zarzuela. En el Parque España me tocó ver a los títeres de Roseta Aranda.

Cuando fui a ver a la Callas en Bellas Artes, me impresionó. Vi muchísimo teatro.

A los cincuenta años me encontré con el teatro, fue algo milagroso, ya que me involucré en el como actor de la cultura.

¿Por qué escogiste el teatro?

Escogí el teatro porque fue la única forma de comunicarme a fondo con los demás. Como médico estaba acostumbrado a que los demás se comunicaran conmigo. Con el teatro soy el que comunica pensamientos, sensaciones, odios, amores, dudas. Lógicamente soy una persona introvertida y tímida. Con el teatro me atrevo, con el teatro soy. El teatro es el único arte vivo para comunicarse directamente con la gente.

¿Tú llegas al mundo de las letras o las letras llenan a ti?

Desde muy joven estoy en el mundo de las letras, como lector básicamente. Las letras son parte de mí y por eso no llegan, ya están.

¿Qué diferencia existe entre hacer una obra de teatro y una obra de teatro didáctica?

Todo teatro es didáctico en sí pues el lector o espectador aprende algo de ellas, la diferencia puede ser entre el teatro hecho para enseñar algo específico y el resto de él.

Personalmente no me entusiasma el teatro llamado didáctico donde nos enseñan como lavarnos los dientes o los mandamientos de la iglesia.

¿Cuáles son tus influencias teatrales más destacadas?

Primero mis maestros y mis compañeros de teatro. Con todos aprendí mucho. Después con los actores, directores y demás. Ahora si lo que preguntas es influencia de género o estilo, te diré que no lo sé con certeza. Creo que aprendemos de todos y vamos tomando algo de cada uno de ellos. Te podría nombrar el teatro griego, Shakespeare, Moliere,

Ibsen y Chejov. Todos son mis maestros.

¿Cómo definirías tu estilo?

Me imagino, pues no estoy muy seguro pues uno es el que menos se conocer a sí mismo, que sea lo directo del lenguaje, el humor, los temas citadinos y la brevedad. No me gusta el teatro muy extenso.

¿Qué cualidades consideras importantes en un trabajo al momento de realizarlo?

Un trabajo debe tener claridad, que se entienda; por supuesto que también calidad, diálogos interesantes, personajes con fuerza, un tema que interese y una historia que atrape.

Cuando escribes una obra qué quieres que el público reciba, ¿cuál es tu objetivo?

Son varios los objetivos. Uno es que el público se divierta, goce con la obra. Otro que piense, que le ayude a ver otro punto de vista sobre la problemática que se trata. Uno más es que los actores y el director y el resto de los creativos también gocen los textos y les diga algo.

Me encanta ver reír al público, verlo llorar y también indignarse por algo que yo haya dicho. O sea, me encanta cuando el público reacciona.

¿Qué opinas de la dramaturgia actual?

Que es muy rica, muy variada e importante, tanto la nacional como la mundial.

La dramaturgia es la forma más artística de la comunicación de los seres humanos.

Cada vez hay más dramaturgos. Ahora hay una nueva generación de escritores en el norte de la República. Cada vez hay más dramaturgas, cada vez hay más mujeres escribiendo teatro. En SOGEM tenemos más de 400 escritores, de estos solamente se montan 50 obras al año. Tiene que cambiar la educación, hay que darle más importancia a la cultura.

¿Qué opinión te merece el panorama actual del teatro mexicano? ¿Cómo ves el futuro inmediato del teatro?

El teatro mexicano, tomando en cuenta autores, actores, directores, locales y estudiantes de teatro. me merece una opinión optimista.

Cada día se escribe más teatro, se hace más teatro, se interesa mayor número de gente en el teatro. El teatro que se hace fuera de la capital es cada día mejor y en mayor cantidad. Últimamente hemos visto una explosión de autores jóvenes y sobre todo de mujeres. El teatro mexicano es uno de los más importantes a nivel mundial que existen.

A la hora de escribir ¿en quién o en qué te inspiras?

Lógicamente con tanta obra me he inspirado en mil cosas o personas diferentes. Me inspira un tema, me inspira una vivencia, me inspiran las gentes, me inspiran los países, me inspiran las culturas. En resumen, todo me inspira.

¿Qué es lo que da esencia y espíritu a tu trabajo como dramaturgo?

La seguridad de que puedo comunicarme con los demás. En el teatro vivimos una de las comuniones más maravillosas con el público, nos alimentamos de él.

¿Cuál es la esencia del teatro en tu vida?

El trabajo.

¿A qué dramaturgo te hubiera gustado conocer?

A Usigli, porque fue el que cambió la idea para hacer un teatro más nacional, a Chejov, Ibsen, Tennese Williams.

¿Está en desventaja la dramaturgia con otras ramas de teatro?

Sí. La mayoría de la gente que toma los puestos de cultura en México no tiene todos los conocimientos, y cuando se les habla de crear una escuela de teatro nada más piensan en la actuación. Entonces se contratan a profesores de esta vertiente; luego, cuando mucho se les ocurrirá apoyar algo relacionado con la voz y se acabó: ni piensan que esta rama existe, lo que es más grave todavía. Incluso, muchos actores no saben qué es en realidad la dramaturgia, porque no se los han enseñado.

¿Cómo apoyan las instituciones a la dramaturgia?

Las públicas poco; las privadas menos. Sí se da algún apoyo, pero lo malo es que en ocasiones es cerrado, insuficiente, de mafias inclusive se protege a un grupo con presupuestos, becas, y a otros no. Por otra parte, está la SOGEM, que sí apoya al autor mexicano.

Otras instituciones apoyan más al teatro extranjero, esto se debe al eterno mal mexicano, al malinchismo, que abarca no sólo al teatro sino a todas las artes y la cultura, la ropa, la comida, los juguetes, etc. Pero como siempre, hay excepciones. Por supuesto, la solución es que tomáramos conciencia que lo mexicano es igual o mejor que lo extranjero. Y esta conciencia se debe fomentar desde la niñez, no para despreciar lo de afuera se debe saber distinguir lo que es bueno, para darle importancia a lo nuestro; esto, repito, con educación desde la niñez, por parte del gobierno, la Secretaría de Educación, los medios de comunicación, el Internet (aunque esto no le conviene, ya que buena parte del capital invertido aquí es extranjero) y los padres.

A mí me encantan lugares como Yucatán, donde todavía se pueden percibir las raíces del pueblo maya en su vestimenta, música, comida y su folclor.

¿Qué significa para Tomás Urtusástegui el impartir talleres?

Me resulta una obligación. Yo empecé muy tarde en todo esto y me costó mucho trabajo encontrar quien me enseñara, quien me mostrara las bases de la dramaturgia, aparte de los libros es fundamental un profesor que te enseñe. Al valorar lo aprendido, siento una obligación de enseñar. Por otro lado, también se aprende enseñando.

Dramaturgos mexicanos favoritos:

Usigli, González Dávila, Leñero, González Caballero, Rascón Banda, Magaña, Carballido, Garro, Sabina Berman entre muchos otros.

Dramaturgos extranjeros favoritos: los griegos, los europeos, los norteamericanos, los latinoamericanos. Lope de Vega, Calderón. Son muchos, muchísimos.

¿Cuáles son tus planes a futuro?

Escribir, escribir y escribir.

Fomentar el teatro, ser jurado, defender a SOGEM, dar clases, enseñar lo que sé a otros.

¿Con qué problemas se enfrentan los dramaturgos?

El primero es lograr que te publiquen tu obra; labor titánica y frustrante. Si no se logra, que es lo más probable, se sigue el siguiente paso que es llevar una copia a un director y pedirle que la lea. Este suele decir que con gusto pero que después y ese después nunca llega. Entonces uno recurre a uno de los grupos marginales de teatro, se va con uno, con otro, con el de más allá. Todos te dicen que sí, que sí la van a leer y a tomar en cuenta. Nunca la leen.

Después de que el autor novel ha sorteado todos los pasos necesarios (estudio, escritura, publicación, puesta en escena), viene la parte más difícil, la imposible: vivir del teatro. En México no existe un autor que viva exclusivamente de lo que escribe, ni Carballido, ni Leñero o cualquier otro lo hacen. Viven de sus actividades alrededor del teatro: dando cursos, conferencias, obteniendo becas, escribiendo para televisión, siendo jurado o con otras actividades.

Para una persona que se ha dedicado toda la vida a estudiar, a trabajar, a tratar de hacer su obra de calidad, el tener que vivir de una chamba en alguna dependencia del gobierno o de otra actividad que no es el teatro, es muy frustrante. El teatro pasa a un segundo lugar como medio para ganarse la vida, aunque debería ser el medio de vida.

Este problema conlleva inevitablemente al tema de los derechos de autor que protege la ley. En México, generalmente el que obtiene una obra por cualquier medio se siente su dueño. El simple hecho de comprar el libro la hace de su propiedad. Montan la obra sin pedir permiso y mucho menos pagan derechos.

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