Real de Catorce: Pueblo Fantasma.
Viajar a este Pueblo Mágico de San Luis Potosí es una aventura mística.
Real de Catorce es un Pueblo Fantasma en medio del desierto. Se ubica en un altiplano desértico en la sierra de Catorce y fue un próspero núcleo colonial de la minería de plata.
Visitar Real de Catorce es como viajar en el tiempo y volver unas cuantas décadas al pasado. Las casas rústicas, los coches antiguos y las calles empedradas hacen de este Pueblo Mágico uno de los destinos más emblemáticos de México.
Uno de los principales atractivos de Real de Catorce es recorrer caminando sus calles empedradas llenas de historias en medio de una atmósfera misteriosa que se funde en medio del semidesierto.
Al estar resguardado por las montañas de la Sierra Madre Oriental, se accede a través del largo Túnel de Ogarrio de 2,300 metros, el cual es único en el país. El 23 de Julio de 1897, comenzó la perforación del cerro y actualmente es la vía que comunica a Real de Catorce con el primer atractivo turístico del pueblo.
Fue construido por Gregorio de la Maza, magnate español de la minería, hijo de Santos de la Maza, gran personaje de la explotación de la plata en Real de Catorce durante el siglo XIX.
El túnel fue hecho con el objeto para facilitar el tránsito de personas y de los minerales preciosos en explotación.
Ogarrio es una pequeña localidad del municipio cántabro de Ruesga (España), de donde eran oriundos los De la Maza, de allí el nombre del túnel.
El Túnel Ogarrio es actualmente el principal acceso a Real de Catorce y, también, una atracción turística por su arquitectura e importancia histórica y por los cercanos tiros mineros de más de un siglo de antigüedad, que se han conservado como en la época de esplendor de la minería.
Catorce, cuyo pasado minero se vislumbra en la belleza de su arquitectura, por más erosionada que esté. Polvoso, cálido, ocre, soñoliento con sabor a viejo, son solo algunos adjetivos para describirlo.
Fue uno de los grandes centros mineros de San Luis Potosí, su nombre original era Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce, o mejor conocido como Real de Catorce. Es difícil precisar cuándo se descubrió la primera veta, pero ya en 1772 era un real o una población minera; es hasta el 11 de agosto de 1777 cuando en documentos aparece el término de “Los catorce”.
En realidad fue hacia 1778 cuando se encontraron las vetas más ricas y cuando se considera que se fundó el Real, ya que en ese año acudieron una gran cantidad de mineros en busca de las riquezas que la tierra ofrecía, desatándose una verdadera fiebre de la plata en medio de condiciones totalmente desfavorables.
La vida del pueblo transcurrió en medio de la actividad de los mineros que extraían la plata, pero al continuar escavando se toparon con un manto acuífero que al perforarlo inundó la mina. Aunque intentaron continuar explotando el metal usando extractores y bombas de agua ya no fue posible y la mina fue cerrada, convirtiéndola en un museo.
Durante la época de oro de la extracción de la plata, en Real de Catorce hubo más de 100 minas de explotación del metal y una de las más célebres, por la riqueza de sus vetas, fue la de Dolores Trompeta.
Esta antigua mina se encuentra en la entrada del Pueblo Mágico, a un costado del icónico túnel Ogarrio y el casco de la hacienda fue reconstruido hace algunos años.
El antiguo tiro de la mina está bloqueado con unas rejas, pero aún es posible apreciar los abismales espacios en los que se jugaban diariamente la vida los mineros mexicanos.
También es posible admirar la capilla de la hacienda, con una imagen de la Virgen de los Dolores.
Existían minas alternas donde se continuó extrayendo la plata pero al no tener tanta se optó por cerrarlas también, quedando así solo sus vestigios. De ser un pueblo minero fue abandonado convirtiéndose en un pueblo fantasma.
Posteriormente fue retomado como lugar turístico y reconstruido, manteniendo así una actividad turística en los recorridos que se ofrecen para visitar los diferentes atractivos como visitas a los matorrales del semidesierto, lugares sagrados para los Huicholes como (EL Quemado), recorridos a las minas, al museo de la primera casa de moneda fundada en México o las estaciones del tren que fueron construidas por el presidente Porfirio Díaz para su transportación y exportación de plata a España.
El Antiguo Panteón de San Francisco es una de las construcciones más antiguas de Real de Catorce. Consta de dos secciones, una dedicada a San Francisco y otra a la Virgen de Guadalupe. En la primera, los franciscanos edificaron una capilla hacia 1775, cuando el lugar se llamaba Los Álamos. Aquí encontramos la Parroquia de la Purísima Concepción la santa patrona de los mineros, es el emblema del pueblo, alberga el santuario de San Francisco de Asís, un sitio de peregrinación popular. Fue construida en el siglo XVIII, con esa mezcla de estilos que caracteriza a las construcciones de la época: neoclásico y neogótico. En su interior hay un asombroso órgano tubular de 1,200 flautas.
En el interior de la iglesia destacan un altar neogótico instalado durante el Porfiriato, varios retablos, un órgano de 1200 flautas y una imagen de San Francisco de Asís (muy venerada en Real de Catorce por la forma en cómo llegó al pueblo).
Según la tradición local, un asno entró solo a la localidad con una caja amarrada en el lomo y cuando los lugareños la abrieron encontraron la imagen del sobrio santo de Asís, y comenzó así la intensa veneración de la que es objeto.
La figura de San Francisco de Asís es llamada cariñosamente Panchito y El Charrito y en torno al 4 de octubre, Día de San Francisco, Real de Catorce está abarrotado de peregrinos que van a rendir devoción al santo y a disfrutar de sus fiestas.
Actualmente la iglesia de San Francisco de Asís muestra parte de la antigüedad del pueblo y de la devoción de sus pobladores, los cuales, reciben a miles de turistas ya sea para hacer culto al santo o para conocer sus hermosas calles y paisajes que forman una estampa única de un poblado enclaustrado en esta zona semidesértica de San Luis Potosí.
Hay varios exvotos en la iglesia.
Lugares para visitar.
La Antigua Casa de la Moneda de Real de Catorce fue fundada en 1865 por iniciativa de los hermanos y empresarios mineros Santos, Pedro y Francisco de la Maza.
La moneda de 8 reales de 1811 es la más rara de todas las que se acuñaron en Catorce y la más apreciada por los numismáticos. Se conoce la existencia de muy pocos ejemplares y su valor actual se estima en más de 50 mil dólares. Se trata de una moneda de plata, canto liso, módulo irregular de treinta y ocho milímetros.
Los primeros ejemplares se acuñaron en enero de 1865 y los troqueles estuvieron funcionando hasta febrero de 1866, cuando se detuvo la producción por una orden del emperador Maximiliano.
Los catorceños se movilizaron con la esperanza de que el imperio francés revocara la orden de cierre, utilizando como intermediario a Tomás Mejía, pero tanto el destinatario de la carta como el emisario fueron ejecutados en Querétaro en junio de 1867 y la Casa de la Moneda de Real de Catorce ya no volvió a abrir.
Existen monedas acuñadas en Real de Catorce con fechas anteriores a 1865, las cuales fueron producidas en talleres de la localidad y no en la Casa de la Moneda.
La Casa de la Moneda fue restaurada en 2007, y actualmente es la sede del Centro Cultural de Real de Catorce.
Tiene tres niveles y varias salas con exposiciones de monedas, cartonería, fotografías, pinturas y arte huichol.
Estación Catorce.
Una de las principales atracciones del pueblo es la estación de trenes, que se mantiene activa con servicios de carga. Cuando el presidente Porfirio Díaz inauguró el Túnel Ogarrio, llegó por esta estación.
Para ir de Real de Catorce a Estación Catorce hay que dar un rodeo en un pintoresco viaje en los jeeps que los lugareños llaman «Willys».
Para recorrer los alrededores de Real de Catorce hay que ir en Willys para poder adentrarse al desierto potosino. Las Willys son vehículos 4×4 de los años 60’s, que han adaptado para el turismo, además son el medio de transporte local ya que, por la ubicación geográfica de Real de Catorce, es indispensable moverse en vehículos todo terreno, todo es subida o bajada.
Si visitas Real de Catorce, por nada del mundo te pierdas de un divertidísimo paseo a bordo de una Willy y mejor aún, en el techo. Lo que realmente vale la pena es bajar por el empinado camino que lleva la Hacienda del Socabón, a la Estación Catorce y al desierto.
En las calles, es común ver a indígenas wixárika (huicholes), vendiendo artesanías. Los motivos detrás de estas coloridas piezas son el desierto y sus criaturas, que forman una parte integral de las creencias de este pueblo.
La Plaza Hidalgo tiene un quiosco de hierro labrado que sustituyó a una fuente en 1928. A su alrededor hay un tranquilo jardín y constituye el punto ideal para dar una vuelta y recorrer los comercios que están alrededor.
La Plaza de Toros
Cuando Carlos IV (El Cazador) ascendió al trono de España en 1788, quiso agradecer a Real de Catorce por la gran cantidad de plata que aportaba a las arcas reales y como premio mandó a construir en la localidad de Nueva España una plaza de toros que fue inaugurada en 1791.
El antiguo coso taurino catorceño se ha conservado solo en parte debido, principalmente, a la destrucción y el deterioro durante los conflictos endémicos del siglo XIX.
Tampoco ayudó que Benito Juárez prohibió las corridas de toros en 1868, alegando que eran un espectáculo contrario a la cultura y a la moralidad pública.
En medio de tantos avatares, a la arena de Real de Catorce le alcanzó para albergar corridas con destacadas figuras de la fiesta brava, como Ponciano Díaz “El Torero Charro”, considerado el primer matador mexicano, y “Ojitos”, maestro de El Califa de León, Rodolfo Gaona.
A lo largo de Paseo Calle Lanzagorta hay varios restaurantes de comida tradicional, tiendas de dulces y artesanías. En la plaza se encuentra el kiosco del pueblo.
Al visitar el desierto, comprendemos el misticismo de wixárika y vemos por qué, cada planta, piedra y criatura del desierto es sagrada.
También hay que subir a la cima del Cerro del Quemado para ver sus centros ceremoniales y contemplar el atardecer con una vista panorámica.
En el año 2001, Real de Catorce fue incluido en el programa Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo.
Este Pueblo Mágico está a 30 kilómetros de Matehuala, la ciudad más cercana, y a 250 kilómetros de San Luis Potosí.
Cerro del Quemado.
El Cerro del Quemado es la montaña más sagrada de Wirikuta. Lo ideal es conocerla en una cabalgata para disfrutar de la vegetación. En la cima se aprecia una vista espectacular. En este cerro culminan las peregrinaciones cuando viajan a Wirikuta a comunicarse con los ancestros.
En el principio, los dioses fueron guiados por Tatewari, el abuelo fuego, hasta el Cerro del Quemado. Ahí, montado en los cuernos del venado azul, el Sol se elevó por primera vez, dando luz al mundo.
Así es como los wixárikas (huicholes) creen que comenzó todo. A la cima de dicho cerro la llaman incluso “el centro del universo” y es la última parada en su larga peregrinación a Wirikuta, como ellos llaman a este lugar sagrado.
Wirikuta es un área natural protegida que abarca alrededor de 140 mil hectáreas de municipios como Catorce, Charcas y Matehuala, en el norte de San Luis Potosí. Desde 1998 forma parte de la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales de la Unesco.
Cada año, los huicholes hacen un recorrido ancestral desde su hogar en Jalisco y Nayarit hasta este lugar. Guiados por el mar’akame (sacerdote), los peyoteros salen a buscar el hikuri, la planta sagrada que utilizan en sus ceremonias y cuyos efectos inspiran el enigmático arte de esta etnia.
Para los huicholes, todo lo que está en Wirikuta es completamente sagrado: cada piedra, planta, arroyo, animal ¡todo! Su cosmovisión está regida por una saludable inocencia que los lleva a guardar el máximo respeto a la naturaleza.
subir al Cerro del Quemado, aquel lugar en donde el Sol apareció por primera vez. Mientras tu corcel te lleva, imagina el esfuerzo de los huicholes, quienes suben a pie para llevar a cabo su ceremonia.
En lo alto del cerro lo verás: el “centro del universo”, marcado por un espiral de piedras en cuyo centro se aviva la flama de Tatewari, el abuelo fuego.
Wirikuta es mucho más que un desierto. Es un extenso jardín que alberga a miles de especies de cactáceas. Es uno de los lugares sagrados para los indígenas de México que vale la pena conservar.
Los huicholes consideran Wirikuta el centro del universo y no es para menos: el lugar tiene una magia especial que te envuelve desde el momento en que entras.
Un lugar perdido en el tiempo.
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