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De Cannes a la controversia: El escándalo de Emilia Pérez y la respuesta de Johanne Sacreblu


En un cine cada vez más globalizado, donde en la industria hay producciones de todo el mundo, surge una pregunta crucial sobre Emilia Pérez (2024), la película dirigida por el francés Jacques Audiard. ¿Puede una mirada externa, con buenas intenciones, entender y reflejar con honestidad la compleja realidad mexicana? La respuesta, como ya quedó claro, es más que divisoria. Y es que si bien Emilia Pérez es un éxito internacional, con premios en Cannes, 13 nominaciones al Oscar y un reconocimiento inesperado en festivales europeos y norteamericanos, la cinta ha sido recibida con odio, coraje y desconcierto en México. El director y Netflix hicieron una estrategia para presentarla en varios festivales internacionales en Europa, Estados Unidos y Canadá para darle reconocimiento y validez internacional antes de exhibirla en México.

El choque de perspectivas: ¿entre la redención y la trivialización?

La película, basada en la novela Écoute de Boris Razon, gira en torno a Manitas del Monte, un capo mexicano (interpretado por la española Karla Sofía Gascón), busca ayuda legal para someterse a una transición de género con el fin de redimirse y escapar de las mafias. Rita Mora Castro (Zoe Saldaña), una abogada que se enreda en una historia insólita de redención y cambio de identidad de género. Todo esto transcurre en un México representado con más clichés que realidad: mezcla el drama con un formato musical, lo que le da un aire bastante peculiar y arriesgado, desde la narrativa melodramática hasta la incorporación de música de reguetón (en lugar de música de banda) en las escenas de violencia, que parece una versión idealizada de lo que los cineastas europeos creen que es México, pero sin la profundidad necesaria.

Emilia Pérez intenta ser una reflexión sobre la identidad, la violencia y la redención en medio de la cultura del narcotráfico. Sin embargo, sus intentos de profundizar en estos temas caen en una superficialidad que no pasa desapercibida para el público mexicano. La película no solo pierde la oportunidad de representar auténticamente a su protagonista y su entorno, sino que parece burlarse de los elementos más serios de la cultura nacional.

La falta de autenticidad de un México "soñado"

Uno de los mayores problemas de Emilia Pérez es la falta de autenticidad en su representación del México contemporáneo. En la película, la Ciudad de México nunca deja de sentirse como un escenario, con una escenografía tan despersonalizada que no logra conectar con la atmósfera densa y real del país. Audiard ni siquiera recurrió a consultores locales ni a lingüistas para asegurar que el vestuario, los diálogos y los escenarios fueran representativos de la realidad mexicana. Las actuaciones de figuras como Selena Gómez fueron objeto de burla, sobre todo por su pronunciación del español, y el guion cuenta con un exceso de estereotipos mal ejecutados. Es como si, en lugar de crear una obra genuina, se intentara montar una especie de "parque temático" mexicano, en el que se incorporan temas como el narcotráfico, las desapariciones forzadas y la violencia, pero sin tener el conocimiento profundo necesario para tratarlos con la seriedad que merecen.

El hecho de que la película se haya grabado en Francia y no en México, sumado a su cuestionable tratamiento de la violencia, hizo que muchos espectadores se sintieran desconectados de la historia. Desde los errores de continuidad (cables visibles en el piso, cortinas negras para ocultar sets) hasta los diálogos completamente fuera de contexto, Emilia Pérez parece más un intento fallido de captar la esencia de México que una película auténtica. Pareciera que la traducción se hizo con un traductor de Google o con inteligencia artificial.

El contraste con la respuesta mexicana: Johanne Sacreblu, la parodia que lo dice todo.

El rechazo hacia Emilia Pérez ha sido tan intenso que, como suele ocurrir en la era digital, no tardó en aparecer una respuesta irónica y satírica: Johanne Sacreblu, un cortometraje dirigido por la influencer trans Camila D. Aurora. Con una visión profundamente crítica, Johanne Sacreblu parodia las intenciones de Audiard y ofrece una respuesta más sutil, aunque también mordaz, sobre la forma en que la industria del cine internacional interpreta a México.

A través de una mezcla de humor ácido y referencias culturales, Johanne Sacreblu no solo critica las distorsiones de Emilia Pérez, sino que ofrece una mirada más acertada sobre los estereotipos que el cine francés proyecta sobre el país latinoamericano. En lugar de caer en la representación sensacionalista de la violencia, el narcotráfico o la pobreza, Johanne Sacreblu juega con los clichés franceses sobre México, elevando los estereotipos al absurdo para exponer su nimiedad. La parodia se convierte, de esta manera, en una respuesta punzante que pone en evidencia lo que muchos consideraron una interpretación equivocada y ofensiva de la realidad mexicana.

El cortometraje ha sido ampliamente celebrado por su autenticidad y sensibilidad cultural, alcanzando una calificación sorprendente de 4.6 en Letterboxd, por encima de los 2.6 de Emilia Pérez. Su éxito en redes sociales, con cientos de miles de visualizaciones en plataformas como TikTok y X, ha consolidado a Johanne Sacreblu como un fenómeno viral que responde con una crítica aguda a la "fantasía" eurocéntrica que intenta retratar a México desde un punto de vista extranjero.


Aquí el link para ver la parodia completa:


Un choque de intenciones: ¿Qué está en juego?

El debate entre Emilia Pérez y Johanne Sacreblu no es solo un enfrentamiento de opiniones sobre una película. Es una lucha más amplia sobre la representación cultural, sobre quién tiene el derecho de contar ciertas historias y desde qué perspectiva. Si bien Audiard intentó abordar temas complejos como el narcotráfico, la violencia de género y la redención, la falta de autenticidad en su enfoque y la desconexión con la realidad mexicana resultaron en una obra que se siente más como una fantasía orientalista que una reflexión profunda.

Por otro lado, Johanne Sacreblu, aunque es una parodia, refleja una sensibilidad cultural más cercana a la realidad del país. A través de la sátira, la pieza se convierte en un grito de resistencia ante la mirada externa que no logra comprender la complejidad de las dinámicas sociales mexicanas y ya cuenta con más de 2.6 millones de reproducciones en YouTube a diez días de haberse publicado.

La historia tiene como protagonista a Joanne Sacreblu, una mujer trans que antes se llamaba Jonathan Sacreblu, y que vive en un pueblo llamado Villa Croissant. Este lugar es famoso en Francia por ser uno de los principales centros de producción de baguettes.

Joanne decide enfrentar un desafío importante: luchar contra el racismo estructural en su país, utilizando como herramienta el amor, que según Camila (quien es quien cuenta la historia) es su mayor poder. Sin embargo, sus planes se complican cuando se enamora de Agtugo Ratatouille, un hombre trans con posturas islamofóbicas.

El cortometraje, que dura poco más de 28 minutos, está lleno de referencias y estereotipos típicos de la cultura francesa, como la Torre Eiffel, un duelo con baguettes y, por supuesto, los clásicos atuendos franceses, como las boinas y los bigotes.

En resumen, es una historia sobre una mujer trans que lucha contra el racismo en Francia a través del amor, pero se ve confrontada con las contradicciones de enamorarse de alguien que, a pesar de compartir su identidad trans, tiene actitudes problemáticas. Todo esto sucede en un escenario muy "francés" que juega con muchos clichés de esa cultura.

En última instancia, Emilia Pérez podría haber sido una "buena película" si se hubiera hecho con un enfoque más consciente y respetuoso de las culturas que intentaba representar. Pero, en lugar de eso, se ha convertido en un insulto para muchos, no tanto por su tema, sino por la forma superficial y desconectada en que lo abordó. Y es en este contexto donde Johanne Sacreblu ha resurgido como una alternativa necesaria y más honesta, una pequeña victoria para aquellos que buscan una representación auténtica del México real en el cine.

El cine, después de todo, debería ser un reflejo de la realidad, no un espejismo creado para satisfacer expectativas ajenas. Y en este choque de miradas, parece que la respuesta satírica tiene la última palabra.

”Johanne Sacreblu” tendrá segunda parte: la activista trans Camila Aurora busca que el proyecto se convierta en un largometraje con más ideas propias y del público que ha tenido interés en apoyarla.

El estreno de la ampliación de “Johanne Sacrebleu” se espera que sea antes de la entrega número 97 de los Premios Oscar el próximo 2 de marzo en Estados Unidos. Según la propia productora y creativa, se estima un rodaje de seis a ocho días máximo, al igual que se tomará tiempo para continuar con cuestiones de postproducción.

 

 

1 Comment


Prudencio y Jesusa Academia de Arte
Prudencio y Jesusa Academia de Arte
3 hours ago

Sin duda alguna veremos este cortometraje francés, ya que esta descripción invita y consigue darnos interés para analizar cómo nos mira este Director a los mexicanos.

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