"Cenicienta se comió a mi hija": el fenómeno cultural del arquetipo de las princesas.
"Cenicienta se comió a mi hija" (Cinderella Ate My Daughter) es un libro escrito por Peggy Orenstein en 2011, que explora el fenómeno cultural del arquetipo de las princesas.
Hay una gran influencia en el proceso de comercialización, que vemos cómo las transforman en muñecas, cepillos de dientes, vasos, sábanas, lentes de sol y ropa interior. Solamente la franquicia “Princesas Disney”, iniciada en el 2000, cuenta con más de 25 mil productos derivados de las películas de Cenicienta, la Bella Durmiente, la Sirenita, La Bella y la Bestia, Jasmine, Mulan, Pocahontas, Tiana y Rapunzel.
Orenstein analiza los patrones de comportamiento de las niñas y su predilección por el color rosa, diseccionando la cultura de las princesas representadas por Cenicienta y observa la forma en que las imágenes basadas en el estereotipo de belleza y el comportamiento femenino son producto de campañas de marketing agresivas y sumamente manipuladoras.
Antes de ir al kinder, las niñas son adoctrinadas con la idea de que su apariencia es lo más importante. A esa edad ya les transmitieron las bases sobre el concepto de belleza y su importancia hacia el empoderamiento.
Sin embargo, el principal problema que aborda Orenstein es si Cenicienta, La Bella Durmiente, Ariel y Bella (y sus contrapartes menos populares de piel oscura, Mulan y Pocahontas) protegen a las jóvenes de la sexualización temprana o las preparan para ser consumidoras de ropa, juguetes, artículos de belleza y música.
El libro surgió de un artículo que Orenstein escribió para The New York Times en 2006 titulado "¿Qué le pasa a Cenicienta?". En ese artículo, Orenstein relata sus experiencias como madre, al ver a su hija expuesta a una ubicuidad de princesas y al gusto por el color rosa . El artículo explica la génesis de las princesas de Disney y el surgimiento de la mercancía y la publicidad con temas de princesas.
Cinderella Ate My Daughter amplía el tema establecido en el artículo, incorporando concursos de belleza infantil, tiendas de American Girl Palace y un concierto de Miley Cyrus.
Durante el curso de su investigación, Orenstein visitó la Feria del Juguete (la feria comercial más grande del mundo), y analizó las redes sociales de sitios como Webkinz y Facebook. Y llegó a la conclusión de que actualmente los comercializadores de Disney alimentan la necesidad de vestir a las niñas como muñecas, con vestidos de princesa, tiaras y zapatillas de cristal.
Orenstein cita el sexismo ilustrado de Susan Douglas donde comenta: “Podemos sobresalir en la escuela, practicar deportes, ir a la universidad, aspirar y conseguir trabajos que antes estaban reservados para hombres, ser madres trabajadoras, etc. Pero a cambio debemos obsesionarnos con nuestros rostros, peso, talla de pecho, marcas de ropa, decoración, crianza perfectamente calibrada, complacer a los hombres y ser envidiados por otras mujeres”.
Actualmente las princesas aprenden el arte de complacer a los demás luciendo bonitas, con sus vestidos relucientes.
Analiza a Ariel, la princesa que renunció a su voz para conseguir un hombre; Cenicienta, la princesa maltratada hasta que llegó su príncipe; Bella, una ávida lectora que anhelaba la aventura y se conformó con el amor de una bestia; Blancanieves, la dulce y domesticada princesa que cuidaba y limpiaba a siete enanos; y la Bella Durmiente, que durmió toda su vida hasta que un hombre entró y la despertó con un beso. Todas tienen en común el ser rescatadas y salvadas por un maravilloso príncipe por el cual dejan atrás su precaria vida para vivir felices para siempre.
Las niñas prepúberes aprenden el poder que tiene su atractivo sexual en los miembros del sexo opuesto, a través de como se visten, como se maquillan y las joyas que usan. Hoy en día, cada vez a una edad más temprana saben cómo ejercer poder sobre los niños a través del sexo.
Orenstein aborda este problema a través de una investigación realizada por la Asociación Americana de Psicología: El énfasis de la cultura de las niñas-niñas en la belleza y la sensualidad del juego puede aumentar la vulnerabilidad de las niñas a las trampas que más preocupan a los padres: depresión, trastornos alimentarios, imagen corporal distorsionada, comportamiento sexual riesgoso.
En una entrevista con USA Today, explica como la abrumadora cantidad de juguetes y vestimenta con temática de princesa produce el “complejo industrial de la princesa” y dice que es el precursor de “la ‘Kardashianización’ de la infancia”, refiriéndose a las estrellas del reality show Keeping Up with the Kardashians.
Surgen los estereotipos.
La otra gran crítica que hace de las princesas es que refuerzan los estereotipos de género. La marca Disney Princess sugiere que el activo más valioso de una niña es su belleza y alienta una preocupación poco saludable con la apariencia física. La marca también implica que las chicas deben ser dulces y sumisas, y deben esperar que un hombre acuda a su rescate en un acto de amor a primera vista.
El Club de las Princesas
El color rosa no siempre fue de las mujeres. A inicios del siglo pasado, el rojo era el color asociado a la fuerza y era predilecto de los bebés hombres. En contraste, el celeste estaba asociado a la delicadeza del manto de la Virgen María y a la suavidad del cielo, y era dedicado a las bebés mujeres.
Después de la II Guerra Mundial las mujeres influyentes empezaron a utilizarlo y se volvió una tendencia para las niñas. No hay un color natural para el género, sino que es una invención social.
Las Princesas de Disney han sido en parte responsables de esta tendencia. En la década de los 90, luego de la exhibición de las películas de La Sirenita y Aladino, Disney se dio cuenta de que la franquicia de las Princesas podía ser mucho más grande si las juntaba a todas y formaban un club: El Club de las Princesas que es una de las franquicias más vendedoras del mundo.
Curiosamente las Princesas nunca están interactuando entre ellas sino que se exhiben cómo adornos.
Los juguetes rosados son la tendencia más vendedora del mercado de juguetes a nivel mundial.
Cada año hay una feria internacional de juguetes en Nueva York (American International Toy Fair), en donde todos los productores (Mattel, Disney, Lego, etc.) van y exponen los nuevos juguetes que van a sacar ese año.
Se empieza a sexualizar a las niñas desde chiquititas. Las Spa Parties (fiestas tipo salón de belleza), son muy comunes en niñas de kinder, en donde quieren tener una imagen perfecta.
Nunca en la historia ha habido un momento en que las mujeres hayan tenido tantas oportunidades, y al mismo tiempo hayan sido tan juzgadas por su apariencia externa. En generaciones pasadas, las abuelas lucharon por el derecho al voto, después vino la época de la liberación femenina y el uso de las pastillas anticonceptivas. Actualmente las mujeres pueden salir de su casa, trabajar, y no tienen que depender de un hombre, tienen la oportunidad de elegir que carrera quieren estudiar, pueden viajar, ser presidentas de compañías trasnacionales, empresarias, amas de casa hasta o presidentas de una nación. Lo impensable hace 100 años.