El Ritz de París: donde el lujo se convirtió en leyenda
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Por: Lorena Meeser.
Hay direcciones que no necesitan presentación . El número 15 de la Place Vendôme no es únicamente un punto en el corazón del Primer Arrondissement de París: el inicio de una experiencia espectacular. Al cruzar la puerta giratoria del Hotel Ritz París, el murmullo de la ciudad se desvanece y comienza otra dimensión del tiempo. Aquí, el lujo no es una moda: es una tradición. Y el refinamiento, una forma de vida que lleva más de un siglo dictando las reglas del “art de vivre” francés.

El sueño de César Ritz: fundar la hotelería moderna
La historia del Ritz París es, ante todo, la historia de un visionario. César Ritz, nació en 1850 en Niederwald, Suiza, hijo de ganaderos, entendió antes que nadie que el verdadero lujo no residía únicamente en la arquitectura, sino en el servicio absoluto. “Nunca le digas que no a un cliente, incluso si te pide la luna”, sentenció el hombre que sería conocido como el rey de los hoteleros y el hotelero de los reyes.
Tras dirigir con éxito el Hotel Savoy de Londres y otros grandes establecimientos europeos, Ritz quedó cautivado por la Place Vendôme, joya de la arquitectura clásica francesa diseñada a finales del siglo XVII por Jules Hardouin-Mansart, arquitecto de Versalles. Allí decidió levantar un hotel sin precedentes, inaugurado el 1 de junio de 1910, que cambiaría para siempre la industria de la hospitalidad.
El Ritz fue pionero en Europa al ofrecer baño privado, electricidad y teléfono en cada habitación, acabando con prácticas tan rudimentarias como el transporte manual de agua caliente. Cada detalle estaba pensado para que la aristocracia, la realeza y la élite cultural se sintieran como en casa… o mejor

Un palacio con memoria aristocrática
Antes de convertirse en hotel, el edificio tuvo múltiples funciones. Fue residencia privada de familias nobles, luego el Hôtel de Gramont, más tarde sede financiera del Crédit Mobilier de los hermanos Pereire y posteriormente el Hôtel de Lazun. Esa herencia explica por qué el Ritz no se siente como un hotel, sino como un palacio habitado.
El complejo comprende los edificios Vendôme y Cambon, con vistas privilegiadas a la plaza octogonal y a los jardines interiores. En 1930, sus fachadas fueron declaradas monumento histórico nacional, consolidando su estatus patrimonial.

El lugar donde vivieron los mitos
Pocos hoteles pueden presumir de haber sido hogar, refugio e inspiración de algunas de las figuras más influyentes del siglo XX. Marcel Proust encontró aquí la atmósfera perfecta para escribir; Coco Chanel convirtió el Ritz en su residencia durante más de 30 años, desde 1934 hasta su muerte, bajando cada tarde al salón para observar el ir y venir del mundo.
Por sus pasillos han desfilado reyes y jefes de Estado —Alfonso XIII, el Sha de Irán, Hassan II de Marruecos, reyes de España, Suecia y Portugal—, el príncipe de Gales, el rey Farouk de Egipto, el gran duque Nicolás de Rusia; políticos como Winston Churchill, magnates, artistas, diseñadores y estrellas del cine: Greta Garbo, Marlene Dietrich, Audrey Hepburn, Maria Callas, Sara Bernhardt, Charlie Chaplin, entre muchos otros.
Escritores como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir vivieron aquí momentos clave de sus vidas, mientras que Truman Capote y F. Scott Fitzgerald convirtieron al Ritz en escenario literario.

Guerra, cine y anécdotas legendarias
Durante la ocupación alemana en 1940, el hotel fue tomado por altos mandos nazis. El champán estaba prohibido, pero el ingenio francés lo servía discretamente en teteras. En 1944, el Ritz fue “liberado” simbólicamente por Ernest Hemingway, quien celebró pidiendo martinis en el bar que hoy lleva su nombre.
El hotel ha sido set de películas emblemáticas como Love in the Afternoon de Billy Wilder, Funny Face de Stanley Donen y múltiples producciones internacionales. También aparece en novelas como El Código Da Vinci, Glamorama o Desde Rusia, con amor de Ian Fleming.

Suites que son monumentos
Hoy el Ritz cuenta con 142 habitaciones, de las cuales 56 son suites y 11 apartamentos de prestigio, cada uno decorado de manera única. Varias llevan el nombre de huéspedes ilustres: Coco Chanel, Ernest Hemingway, Marcel Proust, Maria Callas, F. Scott Fitzgerald, Charlie Chaplin, Chopin.
La joya absoluta es la Suite Imperial, catalogada como monumento nacional por el gobierno francés. Con techos de seis metros, candelabros monumentales, tapicería roja y dorada, mobiliario inspirado en María Antonieta y vistas directas a la Place Vendôme, es uno de los espacios hoteleros más exclusivos del planeta.

Gastronomía y placer contemporáneo
La cocina ha sido siempre uno de los pilares del Ritz. Bajo la influencia de Auguste Escoffier, el hotel revolucionó la gastronomía moderna. Hoy, esa herencia continúa con fuerza.
L’Espadon, inaugurado en 1956, vive una nueva era bajo la dirección de la chef Eugénie Béziat, con una propuesta contemporánea galardonada con estrella Michelin.
Bar Hemingway, íntimo y sin música, es un templo del cóctel clásico.
Ritz Paris Le Comptoir, encabezado por el pastelero François Perret, ha conquistado a los parisinos con eclairs, madeleines, milhojas y creaciones de alta repostería accesibles al público.

Un ejército al servicio del “nunca digas no”
Más de 600 empleados, con 180 especialidades, trabajan las 24 horas para cumplir cualquier deseo imaginable: desde montar un gimnasio privado en una suite, conseguir obras de arte, preparar desfiles de moda en la habitación o servir la cena a cualquier hora. El Ritz produce más de un millón de panecillos al año, alberga 35 mil botellas de vino, cuenta con 65 chefs y una florería que utiliza cerca de 200 mil rosas anuales.

El Ritz en la actualidad: herencia viva
Tras el fallecimiento del multimillonario empresario egipcio Mohamed Al-Fayed en agosto de 2023, el hotel —que él adquirió en 1979 y rescató de la decadencia— pasó a formar parte de la herencia gestionada por sus sucesores.
El hotel es operado a través de una estructura corporativa privada. Tras la muerte de Mohamed, sus cuatro hijos (Jasmine, Karim, Camilla y Omar) y su viuda, Heini Wathén, son quienes mantienen el control de este imperio, que incluye no solo el hotel, sino también otras inversiones de lujo.
En una era dominada por el lujo minimalista y las cadenas globales, el Ritz París permanece como un bastión de la elegancia clásica. No es un hotel para todos, ni pretende serlo. Es un lugar donde el pasado, el poder, la cultura y el placer conviven bajo una misma premisa: la excelencia absoluta.

Más que un palacio, el Ritz es un himno eterno a la alegría de vivir.

Como escribió Ernest Hemingway:“Cuando sueño con la vida después de la muerte en el paraíso, la escena siempre se desarrolla en el Ritz de París.”
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Fabulosa descripción del hotel, sus delicias y maravillas, además en Paris todo es un encaje.👍🏻