“La última selfie con Shakira en Querétaro: crónica de un encuentro imposible”

Por: Lorena Meeser

El furor por Shakira en Querétaro había alcanzado proporciones históricas. La colombiana se presentó el 2 y 3 de septiembre en el Estadio Corregidora con dos conciertos multitudinarios haciendo vibrar a más de 50 mil personas al ritmo de "Las Mujeres Ya No Lloran World Tour". Nada detuvo a los fans: ni la lluvia torrencial que casi cancela el primer show, ni las más de dos horas de espera bajo una tormenta. Querétaro se convirtió en epicentro de un fenómeno global, y durante dos noches los celulares se alzaron como antorchas modernas para inmortalizar cada movimiento de la estrella.

Pero lo que nadie imaginaba es que, tras aquel despliegue de luces, coreografías y masas enloquecidas, el encuentro más inesperado ocurriría en el lugar más cotidiano: el lobby de un hotel.

Un desayuno que cambió de rumbo

Como cada jueves, me dirigía al restaurante a desayunar con unas amigas cuando un empleado del hotel me dijo:"Ya se va a ir Shakira, a ver si le toca verla". Creí haber oído mal y le pregunté si de verdad se había hospedado ahí. Muy emocionado, me confirmó que sí, como si me hiciera cómplice de su secreto.

Todavía sin creerlo del todo, seguí mi camino. Fue entonces cuando un detalle me confirmó que algo estaba a punto de suceder: varios guardaespaldas se alineaban con precisión militar.

El instante revelador

Me detuve unos segundos, y dudé si seguir o no. Entre el muro humano de seguridad, apareció una figura casi irreconocible: pants sencillos, cabello suelto, lentes oscuros y dos niños que iban tomados de su mano. Por un momento pensé que era un huésped cualquiera. Luego al ver a los niños, me dije: "Son sus hijos, seguro ella saldría en unos momentos". Sin embargo, la perfecta sincronía de sus escoltas delató la verdad: la mujer con el look discreto era Shakira.

No sé cómo, pero logré colocarme a su lado justo cuando estaba en la puerta de la salida del hotel. El tiempo se comprimió. Me armé de valor y le dije una frase que millones corean como un himno: "Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan".

Ella sonrió. En ese instante, mientras los segundos parecían eternos, alcancé a tomarme una selfie. La última foto de Shakira en Querétaro. Un minuto después, la artista ya estaba en su camioneta blindada, desapareciendo tan rápido como había irrumpido en mi mañana.

La incredulidad compartida

Cuando llegué al desayuno y conté lo que había pasado, mis amigas se quedaron boquiabiertas. “¿Cómo que viste a Shakira? "Fuiste al concierto? Les mostré la foto: se hizo un silencio, seguido de risas y exclamaciones. Subí la imagen a Facebook con un texto inocente: “Y que me encuentro a Shakira”. Los likes se multiplicaron y los comentarios también: me preguntaron si la había entrevistado, si había desayunado con ella, si me había invitado al concierto. Al final cambié la frase por: “Despidiendo a Shakira: su última foto en Querétaro”. Y no mentía.

La estrella detrás del escenario

Lo curioso es que a primera vista no la reconocí. Fue la disciplina de sus guardaespaldas la que me hizo darme cuenta de que esa mujer con un look discreto y sin maquillaje era la misma que horas antes había hecho bailar a miles con sus éxitos más recientes, como La fuerte, hasta clásicos como Pies Descalzos, Antología, Día de enero, Las de la Intuición, Girls Like Me, Te Felicito y TQG. En medio del furor mediático, mi encuentro fue casi clandestino, insólito. Un momento que solo un verdadero shakifan sabría valorar.

El trasfondo del mito

Más tarde, por una de esas casualidades, visité la suite que había ocupado: un espacio estilo colonial mexicano, con sala, comedor, vestidor y dos baños. A los pies de su cama había incluso otra más pequeña, destinada a su guardaespaldas (mujer). Nada de lujos ostentosos, pero sí la discreción absoluta de una estrella que no salió de su habitación en los días que estuvo en Querétaro.

Shakira: una artista fuera de serie

La reina del pop latino es una de las artistas latinas más influyentes de todos los tiempos: ha vendido más de 95 millones de discos en todo el mundo, ganado 3 premios Grammy y 14 Latin Grammy. Su mezcla única de pop, rock y ritmos latinos la ha convertido en ícono intergeneracional. Además, es reconocida por su labor filantrópica con la Fundación Pies Descalzos, que impulsa la educación infantil en Colombia.

Más de un millón de boletos vendidos en México, 26 fechas sold out, generará una derrama de 106.4 millones de dólares en turismo y sigue facturando.

Es portada de la revista Forbes México en su más reciente edición.

Epílogo de una coincidencia

Hace 18 años estuve en su concierto en Querétaro, cuando aún no era la superestrella global que es hoy. Jamás imaginé que el recuerdo de aquella noche tendría un eco tan inesperado casi dos décadas después.

Porque aquella mañana, sin buscarlo, Shakira apareció a menos de un metro de mí. La mujer que ha vendido más de un millón de boletos en México y que ha agotado todas sus presentaciones en esta gira, me regaló una sonrisa fugaz y una selfie inesperada.

La verdadera fortuna no fue la foto, sino haber coincidido con la artista del momento cuando nadie más podía hacerlo.

Porque sí, Querétaro vibró con ella en el estadio, pero yo tuve la última selfie.