"Las Leonas: rugir desde el alma”
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Una manada poderosa: terapia, amistad y renacimiento en escena
Por: Lorena Meeser.
Asociación Mexicana de Críticos de Teatro.

En un escenario lleno de simbolismo, cinco mujeres se reúnen en una sesión de terapia grupal guiada por una psicóloga de renombre. No es un grupo cualquiera: “Las Leonas” —la nueva obra de Francisco Oyanguren, bajo la dirección de Rafael Perrín— reúne a seis mujeres que han recorrido caminos intensos, tanto en lo público como en lo personal. Alternando funciones, Angélica Aragón, Victoria Ruffo, Paola Rojas, Mara Patricia Castañeda, Ana Patricia Rojo y Lupita Jones (actúan 5 en cada función) se presentan en un montaje que desafía etiquetas y propone un encuentro entre el drama, la comedia y la catarsis generacional.
No es la típica obra feminista que denuncia de manera directa, ni una colección de clichés sobre mujeres "fuertes". “Las Leonas” busca algo más sutil y emocional: la construcción íntima del legado femenino a través de heridas que no se reconocieron a tiempo, culpas heredadas, silencios rotos y reencuentros con la propia voz de cada personaje. Y lo hace con una puesta en escena sobria, sin artificios, donde el poder reside en la palabra, en el gesto y, sobre todo, en la experiencia vivida por sus protagonistas.

Una escenografía funcional que prioriza el discurso
La puesta en escena no busca deslumbrar, sino acompañar. La escenografía se reduce a lo esencial: un espacio semicircular que evoca tanto una sala de terapia como un íntimo foro de confesiones. Sillas móviles, luz cálida y focos cenitales aseguran que el enfoque esté siempre en la palabra, en la gestualidad y en la interacción. La música es puntual y emocional, sin subrayar ni manipular.

Lo que se dice y lo que no se dice: el verdadero texto de “Las Leonas”
Uno de los logros más destacados de esta obra es que lo que parece una comedia ligera se convierte en el espejo de muchas vidas. El humor actúa como un vehículo, no como una vía de escape; la risa surge de la identificación, no de un chiste fácil. El texto de Oyanguren —que él mismo describe como un homenaje a las mujeres que protegen y resisten— logra entrelazar pequeñas historias sin caer en el panfleto. Cada personaje encarna una herida femenina diferente: el abandono, la autoexigencia, el peso de ser madre, la culpa por amar, el miedo al fracaso, la invisibilidad, la infidelidad.
Y, sin embargo, hay algo más profundo: una generación de mujeres que ha vivido entre dos paradigmas. No crecieron con el feminismo, pero tampoco son indiferentes. Tuvieron que adaptarse, resistir, callar, sostener, y ahora —en la antesala de la madurez— finalmente se permiten gritar.

Las intérpretes: trayectorias, sorpresas y autenticidad
Angélica Aragón es el corazón de esta obra, es una primera actriz mexicana. Su maestría actoral, cultivada a lo largo de décadas en cine, teatro y televisión, le otorga al personaje una mezcla de autoridad, fragilidad y fortaleza que solo ella puede transmitir.
Estudió actuación en Londres y ha participado en más de 50 películas, incluyendo "Cilantro y perejil" y "El crimen del Padre Amaro", por las cuales recibió el Premio Ariel. Recordada por “Mirada de Mujer”, un parteaguas en la televisión mexicana, “Sexo, pudor y lágrimas” o “La mujer perfecta”, interpreta a una mujer que ha aprendido a sostener a los demás mientras ignora su propio colapso. Su actuación es matizada, emocional y profundamente humana.
Victoria Ruffo, un ícono de las telenovelas mexicanas, conocida como la "Reina de las Telenovelas", es una de las actrices más icónicas de México. Su carrera se ha centrado principalmente en melodramas, donde ha interpretado a heroínas sufridas con gran éxito. Algunas de sus telenovelas más recordadas incluyen "La Fiera", "Simplemente María", "Pobre Diabla" y "Corona de lágrimas".
Sorprende en el escenario con una contención que no le conocíamos. Su personaje es una mujer que ha vivido para complacer, hasta que se atreve a cuestionarse qué es lo que realmente quiere.
Ruffo ofrece una actuación alejada del melodrama televisivo que revela una nueva faceta de su talento.
Paola Rojas, una destacada periodista de renombre y presentadora de noticias mexicana. Con una sólida trayectoria en los medios de comunicación, ha conducido noticieros y programas de análisis en Televisa. Es reconocida por su profesionalismo, seriedad y credibilidad. Ha cubierto eventos importantes tanto a nivel nacional como internacional y ha entrevistado a numerosas figuras públicas. Además de su trabajo en televisión, ha incursionado en la radio y la prensa escrita.
Se presenta como una auténtica revelación. Su transición al teatro es tanto valiente como efectiva. No intenta ser “actriz” en el sentido tradicional, sino que busca canalizar, desde su propia sensibilidad, el dolor y la esperanza de una mujer moderna. Su frescura y naturalidad permiten que el público se conecte de manera honesta con su personaje.
Mara Patricia Castañeda, también proveniente del mundo del periodismo, es una reconocida periodista de espectáculos. Es ampliamente conocida por su trabajo como titular del área de espectáculos en Televisa y por conducir el programa "En Casa de Mara". A lo largo de su carrera, ha entrevistado a las personalidades más importantes del medio artístico en México y a nivel internacional. Su estilo directo y su amplio conocimiento del mundo del entretenimiento la han convertido en una figura respetada en el periodismo de espectáculos.
Sorprende con su habilidad para sostener emociones en el escenario sin artificios. Su voz, su pausa y su vulnerabilidad aportan un contrapunto necesario a la dinámica del grupo.
Ana Patricia Rojo, quien ha tenido una amplia carrera desde su infancia. Es hija del también actor Gustavo Rojo. A lo largo de su trayectoria, ha participado en numerosas telenovelas, cine y teatro. Es particularmente recordada por sus papeles de villana, aunque también ha interpretado roles protagónicos. Algunas de sus telenovelas destacadas incluyen "María la del Barrio", "Esmeralda" y "Carita de Ángel".
Ofrece una interpretación llena de vida, con momentos que oscilan entre el humor y la tristeza. Su personaje —una mujer en busca de redención tras haber herido a quienes más amaba— muestra la evolución de una actriz que ha encontrado en el teatro su verdadero hogar.
Lupita Jones es una figura icónica en la historia de México al ser la primera (y hasta ahora única) mexicana en ganar el certamen de Miss Universo en 1991. Tras su triunfo, se convirtió en un referente de belleza y empoderamiento. Posteriormente, se ha desempeñado como empresaria y directora nacional del concurso "Mexicana Universal" (antes Nuestra Belleza México), dedicándose a la preparación y proyección de jóvenes aspirantes a reinas de belleza. Su legado va más allá del certamen, siendo un símbolo de éxito y disciplina.
Aunque no es una actriz de formación, su presencia en el escenario y su entrega emocional son muy convincentes. Su personaje -una mujer que siempre ha vivido bajo la mirada de los demás-se convierte en una metáfora de su propia vida pública, y en esa honestidad radica su mayor acierto.

Francisco Oyanguren: un autor en catarsis
Francisco Oyanguren ha dicho que escribió “Las Leonas” en medio de una catarsis personal. No es de extrañar. La obra tiene un pulso emocional genuino, que proviene de alguien que no teoriza sobre las mujeres, sino que las observa con respeto y cercanía. No hay victimismo, pero sí un dolor reconocido. No hay militancia, pero sí un mensaje claro: la verdadera fuerza no radica en no quebrarse, sino en saber reconstruirse.
Oyanguren, conocido por su obra Perfume de Gardenia y galardonado en Estados Unidos como “Orgullo Hispano” y “Autor del año”, ofrece aquí un giro más íntimo. Se aleja del espectáculo grandilocuente y presenta un texto contenido pero profundamente simbólico.
Una dirección que escucha
La dirección de Rafael Perrín, un veterano de la escena mexicana, es clara, respetuosa y efectiva. Sabe cuándo dar un paso atrás y cuándo intensificar la tensión colectiva. No busca imponer un estilo, sino que permite que cada actriz aporte desde su propia verdad. El resultado es un montaje coral que se siente como un organismo vivo.

Conclusión: más que una obra, una conversación generacional
La mayor virtud de “Las Leonas radica en su capacidad para generar diálogo: entre madres e hijas, entre amigas, entre mujeres y sus propias memorias. No se trata de teatro feminista en el sentido académico, pero sí es una poderosa declaración escénica de la humanidad femenina. Y eso, en un momento donde el espectáculo parece priorizar la provocación sobre el contenido, ya es un acto revolucionario.

Más que rugir, “Las Leonas” susurran al oído de quienes han olvidado lo que es sentirse vistas, reconocidas y vivas.
“Las Leonas" se presenta en el Teatro México, Centro Cultural Manolo Fábregas.
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