Vestigios prehispánicos de Querétaro
- visionempresarial
- Sep 30
- 5 min read

Querétaro se ha convertido en uno de los estados con mayor auge turístico al interior del país. Con una ciudad capital cosmopolita, un Centro Histórico inscrito en la lista de Patrimonios Mundiales como Zona de Monumentos Históricos por la UNESCO; con una prestigiosa región vitivinícola que posee la primera Indicación Geográfica en México, que actualmente se posiciona como la segunda región enoturística más importante a nivel nacional; hogar de la impresionante naturaleza de la Sierra Gorda, así como de los testimonios vivos de sus culturas originarias en diversos municipios del estado, Querétaro es hoy en día un territorio imperdible para el turismo nacional e internacional.
Gran parte de la historia que ha dado forma a Querétaro, no solo se encuentra en las impresionantes muestras de la arquitectura colonial y los pasajes históricos relativos a la independencia y a la consolidación de nuestro país como nación soberana, sino también en las culturas precolombinas que aún pueden observarse en algunas comunidades y sus tradiciones de su territorio, pero, sobre todo, en las distintas zonas arqueológicas que han sobrevivido a los siglos como testigos de las importantes civilizaciones que poblaron y se dieron cita en dichos lugares con fines tanto comerciales como ceremoniales hace cientos de años: las zonas arqueológicas de Ranas, Tancama, Toluquilla y el Gran Cué.

Construcciones ancestrales en la Sierra Gorda.
Tres de las zonas arqueológicas más importantes de Querétaro se encuentran ubicadas entre las recónditas geografías que ocupa la serranía queretana, todas ellas con diversas etapas de esplendor y funciones específicas para las culturas que las habitaron y las transitaron.
Sin duda, una de las más destacadas que hoy en día pueden visitarse es la Zona de Monumentos Arqueológicos de Ranas. Este emplazamiento tuvo su esplendor entre los años 600 y 900 d.C. y se considera que tuvo gran importancia como centro político administrativo asociado a la gran extracción minera que se realizaba en la región, principalmente del cinabrio, un tinte mineral de gran valor para los pueblos mesoamericanos. Esta zona arqueológica se encuentra enclavada muy cerca de la cabecera municipal de San Joaquín, en una posición estratégica, donde se pudo establecer el control visual regional.

Según investigaciones que ha realizado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la importancia histórica de Ranas radica en que, hasta la fecha, es la única sociedad identificada con economía especializada en lo minería subterránea del sulfuro rojo de mercurio o cinabrio, desde el 300 a.C. hasta lo actualidad. De hecho, en Ranas se han encontrado materiales huastecos, toltecas, teotihuacanos y procedentes de la costa del pacífico, del Golfo de México y Río Verde; mientras que el cinabrio extraído en este sitio arqueológico de San Joaquín, Querétaro, se ha encontrado en lugares distantes como Teotihuacan, incluso en Monte Albán, Oaxaca.
Si bien en el s. XIX las comunidades de la región la conocían como “La ciudad”, el topónimo de Ranas fue dado por el ingeniero de minas Bartolomé Ballesteros, en 1872, como una rememoración de la misión de San Nicolás Tolentino en el paraje de las ranas, actualmente lo que hoy es la cabecera municipal de San Joaquín.
Tancama, por su parte se encuentra ubicado a 15 minutos aproximadamente de la cabecera municipal de Jalpan de Serra. Este sitio de nombre y origen huasteco, proveniente del vocablo tan (que significa “lugar”) y Camal (“fuego”), que puede interpretarse como “lugar de fuego” o “lugar donde se produce el fuego”, pues, según algunas versiones, los rojos atardeceres daban un efecto visual especial y le otorgaba un simbolismo ritual a este centro ceremonial prehispánico, principalmente durante el solsticio de invierno.
Tancama tuvo su época de esplendor entre el año 700 y 900 d.C. pero sus orígenes se rastrean desde el año 200 d.C. La zona cuenta con 62 edificaciones de diversos tamaños y formas circulares y semicirculares. Después de su abandono alrededor del siglo XI, la zona fue ocupada por grupos de chichimecas Pames, Jonaces y Xilpenses, hasta la llegada de los españoles.

También muy cerca de San Joaquín, en la zona alta del municipio de Cadereyta de Montes, se encuentra la zona arqueológica de Toluquilla. Por su cercanía, este sitio también tuvo su auge como centro de comercio de cinabrio, mineral de tintura roja de gran valor ceremonial para distintas culturas prehispánicas. Su nombre proviene del náhuatl tolloa, que significaba “jorobarse” y el sufijo español “-illo”, es decir, el “cerro jorobado” o cerro “jorobadillo”, por la forma del cerro donde se encuentra el emplazamiento.
Esta zona arqueológica es considerada la más grande de Querétaro, pues, además de ser un sitio de comercio, allí hubo zonas habitacionales y de cultivo que han dado a suponer que pudieron habitar hasta cuatro mil personas. Incluso, la amplitud de esta zona es tal, que solo el 20% de la misma ha sido explorada.

La Zona de Monumentos Arqueológicos El Cerrito
Finalmente, y más impresionante aún, es la zona arqueológica de El Cerrito Gran Cué, ubicada en El Pueblito, cabecera municipal del municipio de Corregidora, en la zona metropolitana de Querétaro. Su principal atractivo es la gran pirámide monumental, conocida como el Gran Cué por los antiguos naturales de la zona. Esta pirámide se considera la más grande del centro norte de México, con un basamento de 30 metros de altura, seis metros más alta que la pirámide de Chichén Itzá, localizada en la península de Yucatán. A su alrededor podemos apreciar la Plaza de las Danzas, la Plaza de las Esculturas, el Altar de Cráneos, y el Palacio de los Cuatro Altares. La pirámide resulta un atractivo visual al sobresalir entre el moderno paisaje urbano del municipio.
Este centro ceremonial fue ocupado por diversas culturas durante más de 1,500 años, entre las que se pueden mencionar una influencia teotihuacana hacia el período Clásico (700 d.C. aprox.; sin embargo, de acuerdo a las evidencias encontradas en la zona, la ocupación más intensa del sitio se efectuó durante el período Posclásico por las culturas tolteca, chichimeca, tarasca y otomí.

Una peculiaridad del Gran Cué es “El Fortín”, un monumento histórico del siglo XIX que remata su basamento piramidal construido en 1876 por los entonces propietarios de la ex hacienda El Cerrito.
Hoy en día, es posible conocer la historia detrás de este centro ceremonial en el Museo de Sitio de El Cerrito, ubicado a un costado de esta zona arqueológica, el cual exhibe 125 piezas recuperadas por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) durante las investigaciones y exploraciones realizadas a lo largo de 20 años de trabajo.

Indudablemente, este recorrido cultural merece un recorrido turístico temático para conocer y disfrutar de los entornos de estos sitios, los cuales además ofrecen diferentes lugares y pueblos para conocer y complementar una visita diferente llena de una historia poco conocida en el estado de Querétaro.

.png)
































































Comments