Cómo nació la tradición de cantarle "Las Mañanitas" a la Virgen de Guadalupe

Devoción ancestral, la radio fue pionera y un “accidente” televisivo creó un ritual nacional

Por: Lorena Meeser

Cada madrugada del 12 de diciembre, cuando el reloj marca las doce millones de voces entonan Las Mañanitas frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe, México revive un ritual que parece eterno. Sin embargo, la forma en que hoy conocemos esta tradición —organizada, televisada, protagonizada por grandes artistas— es el resultado de una larga evolución de varios siglos de devoción popular y culminó, de manera inesperada, en un momento improvisado de la televisión mexicana de los años cincuenta.

Las raíces ancestrales: Cantar como acto de fe

La devoción guadalupana se remonta a 1531, año de las apariciones de la Virgen a Juan Diego en el cerro del Tepeyac, donde su imagen quedó milagrosamente impresa en su tilma, convirtiéndose en patrona de México y símbolo de identidad, fe y unión para toda América Latina.

Desde entonces, el canto ha sido parte esencial del culto: en el mundo indígena prehispánico, la música y la palabra cantada eran vehículos sagrados de comunicación con lo divino. Esa herencia se fusionó con la tradición española de la serenata, utilizada para honrar, celebrar y venerar.

En 1667, el papa Clemente IX oficializó el 12 de diciembre como fiesta litúrgica de la Virgen de Guadalupe. A partir de entonces, peregrinos de distintos puntos del país comenzaron a llegar al Tepeyac durante la víspera, muchos de ellos acompañados de músicos, tríos y mariachis que ofrecían cantos como gesto de cariño y agradecimiento. No había un repertorio fijo ni un momento estandarizado: se cantaba a cualquier hora, como una ofrenda espontánea.

Con el tiempo, Las Mañanitas —canción tradicionalmente asociada a los cumpleaños— comenzó a cantarse como símbolo del “cumpleaños espiritual” de la Virgen, al conmemorarse su última aparición el 12 de diciembre. El gesto era íntimo, comunitario y profundamente popular.

Actualmente es una celebración masiva con peregrinaciones, misas, danzas y cantos, especialmente en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. 

El origen televisivo y el fervor popular: La historia de "Las Mañanitas" a la Guadalupana

En la primera mitad del siglo XX, la radio mexicana —con estaciones emblemáticas como la XEW— amplificó las celebraciones guadalupanas. Durante la noche del 11 y la madrugada del 12 de diciembre se transmitían rezos, cantos y escenas del peregrinaje. Los micrófonos colocados en la antigua Colegiata permitían que músicos que pasaban por el atrio cantaran en directo.

No existía todavía una “serenata oficial”. Lo que había era una mezcla viva de devoción y espontaneidad: canciones religiosas, piezas rancheras, himnos populares y voces anónimas que llegaban al aire por pura fe.

1951: La televisión entra al Tepeyac

El punto de inflexión llegó con la televisión. En 1951, Telesistema Mexicano realizó las primeras transmisiones en vivo desde la Basílica de Guadalupe, mostrando las peregrinaciones y el ambiente nocturno de la víspera. Muy pocos hogares tenían televisor, pero la transmisión convirtió el ritual local en una experiencia compartida a escala nacional.

En esta etapa inicial, la televisión replicó el modelo radiofónico: cámaras encendidas, micrófonos abiertos y participación espontánea. Artistas devotos como José Ángel Espinoza “Ferrusquilla” pasaban, cantaban y se retiraban. Aún no existía el momento solemne de Las Mañanitas a la medianoche.

1955: El “accidente” que creó la tradición

La escena fundacional ocurrió en 1955 y ha sido relatada por diversos protagonistas de la época. Durante una transmisión nocturna, el escritor y comentarista Rafael Solana —invitado al programa— anunció en vivo que faltaban diez minutos para la medianoche y que “todo el pueblo de México” le cantaría Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe.

El problema era simple: no estaba planeado.

El productor Carlos Salinas Saucedo, quien dirigió las transmisiones guadalupanas durante más de cuatro décadas (1951–1997), tuvo que improvisar en segundos. Se iluminó la fachada de la Basílica, se colocó un micrófono de emergencia y se convocó al público congregado en la Plaza de las Américas. Desde un costado del atrio, incluso junto al camión de control remoto, la multitud comenzó a cantar.

La escena fue poderosa: fe colectiva, televisión en directo y un canto profundamente arraigado en la cultura popular. La respuesta del público fue inmediata. Aquella improvisación gustó tanto que, al año siguiente, se repitió de manera consciente. Había nacido una tradición.

La institucionalización: Artistas, permisos y protocolo

A partir de 1956, las autoridades de la Basílica comenzaron a regular el acto y a autorizar la participación de artistas consagrados. Las Mañanitas dejaron de ser un momento espontáneo para convertirse en el corazón de la transmisión de medianoche.

Los pioneros de la transmisión televisiva (Década de 1950)

Estos fueron los primeros en institucionalizar el canto, después de la improvisación inicial de 1955. Son considerados las figuras fundacionales de esta tradición mediática:

• Lola Beltrán: Una de las primeras artistas autorizadas para interpretar "Las Mañanitas" dentro de la antigua Basílica. Su voz se volvió sinónimo del evento.

• María Victoria: Otra de las pioneras, su participación ha sido constante durante décadas, siendo una figura muy querida. Actualmente tiene 102 años y sigue participando.

• Amalia Mendoza "La Tariácuari"

• Tomás Méndez

• José Ángel Espinoza "Ferrusquilla": Ferviente devoto y uno de los primeros participantes espontáneos.

• Juan Torres: A cargo del órgano en las primeras ceremonias organizadas, así como acompañamientos musicales desde el órgano de la antigua Colegiata.

El acto adquirió solemnidad, pero también un nuevo peso mediático. Cantarle a la Virgen se volvió un honor en la carrera musical de los intérpretes y, al mismo tiempo, un escaparate nacional. Productores recuerdan que algunos artistas multiplicaron ventas de discos tras su participación en la serenata guadalupana.

Entre la fe, el mito y el espectáculo

En torno a la tradición surgieron leyendas que mezclan devoción y cultura popular. Existe una leyenda popular, respaldada por algunos testimonios, que atribuye la creación del icónico tema "La Guadalupana" (que se canta esa noche) al compositor Manuel Esperón, con la intención de que fuera interpretado por por figuras del Cine de Oro como Pedro Infante y Jorge Negrete.

Aunque existen versiones encontradas sobre su origen, lo cierto es que el cine y la música ranchera ayudaron a consolidar el imaginario sonoro del 12 de diciembre, convirtiéndolo en un himno esencial del festejo..

Carlos Salinas Saucedo reconoció que en los primeros años se cantaba de todo, y que fue necesario orientar el repertorio hacia composiciones religiosas para mantener el carácter del santuario. Así, la serenata se convirtió en un delicado equilibrio entre fervor espiritual y producción televisiva.

Un ritual que cruzó fronteras

Desde los años sesenta, Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe se consolidaron como un ritual audiovisual nacional. Para los migrantes mexicanos en Estados Unidos, la transmisión se volvió un puente emocional: se cerraban calles, se miraban televisores en aparadores y se cantaba a la distancia.

En el siglo XXI, el rito se ha expandido a plataformas digitales, redes sociales y transmisiones simultáneas, pero conserva su esencia: una multitud cantando a una imagen que simboliza identidad, fe y pertenencia.

Figuras consagradas y participación recurrente

Con el tiempo, ciertos artistas se convirtieron en rostros indispensables de la serenata, regresando año tras año para refrendar su fe:

• Lucero "La Novia de América": Debutó en 1982 y es una de las figuras más constantes y emblemáticas de la transmisión.

• Aída Cuevas: Con una trayectoria de más de 45 años, es una de las voces de música vernácula más recurrentes y con mayor compromiso con la tradición.

• Daniela Romo: Cantante y actriz que se ha sumado en múltiples ocasiones, con la Sonora Santanera.

• Guadalupe Pineda: Su poderosa voz es una de las infaltables en el homenaje.

• Pedro Fernández: Desde niño, ha sido un participante frecuente en el homenaje a la "Morenita".

• Marco Antonio Solís "El Buki": Otro de los grandes que ha dedicado su música anualmente.

• Armando Manzanero, gran compositor y cantante.

Momentos memorables y voces únicas

Los homenajes a la virgen no solo destacan por las interpretaciones, sino también por la diversidad de estilos que convergen en una misma tradición. Cantantes de música pop, regional mexicano, ranchera y balada han participado, demostrando que la expresión de fe puede tomar múltiples formas dentro del arte.

.Además, estas presentaciones funcionan como un puente entre artistas y público, pues los espectadores no solo disfrutan la música, sino que también sienten cercanía con quienes deciden rendir tributo a la virgen. Esta conexión emocional ha consolidado a algunos intérpretes como figuras representativas de la celebración.

Otros artistas que han dejado una huella especial con interpretaciones inolvidables:

• Juan Gabriel: En 1999, el "Divo de Juárez" interpretó su tema "La mujer que yo amo", siendo uno de los momentos más recordados de la historia del evento.

• Pedro Infante y Jorge Negrete: Si bien su participación no fue en el formato televisivo masivo, la leyenda popular los señala como los primeros en interpretar y popularizar el tema "La Guadalupana", que se volvió el himno de la celebración.

Las nuevas generaciones y época reciente

En los últimos años, el elenco se ha renovado, incluyendo a figuras que mantienen viva la tradición ante las nuevas audiencias:

• Yuri

• Belinda

• Carlos Rivera

• Lucero Mijares

• Lupita D'Alessio

• Eugenia León

• Edith Márquez

• Alex Fernández

• Víctor García

• Denise de Kalafe

• Emmanuel

• Ana Bárbara

• Alexander Acha

• Itatí Cantoral: Aunque su interpretación de "La Guadalupana" en 2016 se volvió un fenómeno viral y un meme cultural, su participación forma parte de la historia moderna de la serenata.

La lista es un testimonio del profundo arraigo que tiene la Virgen de Guadalupe en la identidad artística y popular de México. Cada medianoche del 12 de diciembre, el templo mariano se convierte en el escenario de una de las serenatas más grandes y emotivas del mundo.

Las presentaciones son acompañadas por el Mariachi Gama Mil.

Epílogo: tradición viva

La serenata guadalupana no nació de un decreto ni de un guion cuidadosamente escrito. Surgió de la devoción popular, se amplificó con la radio y se selló en la televisión gracias a una improvisación en vivo. Es, en esencia, la prueba de cómo un gesto íntimo puede transformarse en un ritual nacional cuando la fe y los medios se encuentran.

Cada año, cuando suenan Las Mañanitas en la medianoche del 12 de diciembre, México no solo celebra a su Virgen: celebra una historia compartida entre lo ancestral y lo moderno, entre la plaza y la pantalla, para convertir un acto espontáneo en un ritual nacional que une a millones de corazones.

La Guadalupana: Eje de identidad y corazón de México

La Virgen de Guadalupe es mucho más que una figura religiosa para los mexicanos; es el eje fundacional de su identidad, un símbolo que fusiona la fe católica impuesta con las raíces indígenas prehispánicas, creando un sincretismo cultural inigualable. La devoción que se siente es profundamente íntima, vista como la Madre que "abrazó" a un pueblo conquistado, ofreciendo consuelo y dignidad en el rostro mestizo de la Morenita del Tepeyac. Esta conexión es la fuerza motriz de la peregrinación masiva a la Basílica, donde millones de personas, desde familias enteras hasta penitentes que llegan de rodillas, acuden cada 12 de diciembre. Esta peregrinación no es solo un acto de fe, sino una manifestación pública de la unidad nacional que trasciende lo social y lo político, incrustándose en el inconsciente colectivo como el estandarte moral de México, un vínculo emocional tan poderoso que, para muchos, ser mexicano es inseparable de ser guadalupano.

Récord en la Basílica de Guadalupe 2025

Los festejos por los 494 años de las apariciones de la Virgen ha dejado una cifra récord de asistentes a la Basílica de Guadalupe, uno de los santuarios más visitados del mundo. Se calcula asistieron casi 13 millones de peregrinos.